Y ahora ¿qué?

El parón del confinamiento vivido por la situación del Covid-19 ha supuesto un gran cambio en nuestras vidas. La normalidad ha cambiado de un día para otro alterando muchas de las rutinas que dábamos por fijadas, cambiando nuestra manera de relacionarnos y de sentirnos más cerca y, también, siendo el tema que nos ocupa, la manera en la que se ha impartido la formación.

Docentes y estudiantes se han visto obligados a adoptar nuevas estrategias para poder continuar con el curso de la mejor manera posible. Sin embargo, en muchos casos se puede decir que no se ha podido lograr el objetivo, ya que las “nuevas estrategias” no suponen digitalizar los contenidos que antes se daban en papel ni hacer por videoconferencia las clases presenciales tradicionales. Llegando así a la conclusión de que, antes de plantear un aprendizaje en línea, hay que ponerse en la piel del estudiante en línea.

Los niveles de atención en los estudiantes varían en función de la edad, siendo de 25 minutos la atención máxima de una niña de 5-6 años y de 1 hora la de una de 12 años en adelante. Si a esto le añadimos el factor de estudiar en casa (siendo un ambiente conocido que se suele relacionar con el ocio y el descanso) la dificultad que supone la recepción e interiorización de contenidos académicos aumenta. Es por ello por lo que los docentes deben plantearse la distribución en el tiempo de las sesiones presenciales, los materiales a utilizar y las horas de implicación en las tareas escolares, entre otras cosas.

En cuanto a la distribución del tiempo de las sesiones, la primera gran duda que surge es: ¿se debe mantener la hora de clase por videollamada? Si ya es difícil mantener en silencio y atentos a 25 alumnos en una misma aula, hacerlo estando cada uno en su casa y siendo cada uno responsable de su ordenador y de su conexión a internet lo es mucho más. Teniendo en cuenta los ya mencionados periodos de atención del alumnado, es recomendable ajustar las videoconferencias al tiempo estimado para cada rango de edad y enfocar las mismas en el tratamiento de los contenidos más teóricos. De esta forma, el alumnado podrá prestar atención a los contenidos técnicos de base que necesitará para solucionar las futuras tareas y existirá un espacio donde poder resolver dudas.

Los materiales en línea suponen un gran reto ya que requieren de un esfuerzo extra por parte de los docentes y un conocimiento previo del que algunos de ellos escasean. La creación de nuevos materiales supone dedicación por parte del profesorado, pero también conocimiento para que este resulte lo más atractivo y motivador posible. A día de hoy son muchos los programas que pueden usarse para crear variedad de recursos que apoyen los contenidos curriculares de forma interactiva y atractiva. Es importante sumergirse en ellos y experimentar con ellos para aprovechar sus posibilidades. Algunos ejemplos pueden ser: Genial.ly, ClassDojo, Blogger, Photoshop, SpreakerStudio, las redes sociales y muchos más.

Por último, y no menos importante, los docentes deben tener claro que, por mucho que el alumnado esté en casa, no significa que ese tiempo sea todo aprovechable para dedicar tiempo a las tareas escolares. Tanto los más jóvenes como los más mayores necesitamos tiempo para el ocio, para el descanso y para la realización de ejercicio, por lo que es necesario respetar un horario máximo destinado a la formación.

El transcurso de este año académico es todavía una incógnita para muchos de los docentes. Es por ello por lo que debemos anticiparnos a las posibles dificultades y plantear una formación que motive al alumnado, que interese, que lo sumerja en los contenidos académicos y que se ajuste a los criterios de optimización de la educación en línea. Como docentes deberíamos preguntarnos, y ahora ¿qué?